¿LA DROGADICCIÓN ES UNA ENFERMEDAD, UN PROBLEMA SOCIAL O UN VICIO?
La drogadicción, de acuerdo a diversas entradas, la
definen como una enfermedad que se caracteriza por el consumo de sustancias
tóxicas para el organismo, sin embargo, es solo una etiqueta más para un problema
de gran impacto. La drogadicción no es sólo una enfermedad, un problema social
o un vicio, es una de las tantas maneras de esconder la falta de aceptación de
la realidad y la no tolerancia a la frustración que ésta genera. Ya desde
edades muy tempranas, se enseña al individuo a buscar siempre situaciones
placenteras que lo alejen del dolor, de la frustración, de la adversidad, de la
carencia, del miedo, de la incertidumbre que la vida genera de forma natural. Se
busca a toda costa lo seguro, lo fácil, el “equilibrio”, ya que lo anterior se
considera negativo, malo. Entonces, ante una sociedad que limita al individuo a
desarrollar habilidades de tipo emocional, físico y cognitivo, tenemos sujetos
vulnerables y endebles, inhabilitados para enfrentar todas las situaciones que
la vida nos propone; y esto se logra a base de cuidados extremos y
complacencias que no les permiten desarrollar la capacidad de desarrollar por
ellos mismos la habilidad de resolución de problemas. A lo que comúnmente se le
llama amor y cuidados, no es más que una actitud que tapa la falta de
conocimiento de los padres para poder formar hijos capaces de enfrentar la
adversidad, y salir fortalecidos de ella. Quizá tenga que ver también con el
deseo “inconsciente” de los padres en querer evitar una vejez solitaria y
desvalida, ya que forjaron en sus hijos la esperanza de recibir los mismos
cuidados que algún día ellos les proveyeron. De esta manera, los hijos tendrán algún
día que devolver a los padres todo ese “amor y cuidados” que les brindaron en
su momento. Sin embargo, el individuo al darse cuenta de que no es capaz de
soportar toda la gama de posibilidades que la vida le presenta, decide inhibir
todas las emociones que ésta le provoca. Así, ante el más mínimo incumplimiento
de sus demandas, el sujeto busca cualquier compensador que le permita mitigar
el impacto que la realidad le provoca al desafiar todas aquellas creencias
arraigadas que hasta el momento formaban parte de su estructura de pensamiento,
la cual dirigía su vida entera. Y en este tipo de compensadores encuentra la
solución ideal para seguir negando aquello que se le presenta quizá con un
único propósito, tener que cambiar, ir hacia un desarrollo personal que le
permita alcanzar y concluir sus proyectos, que le permita conocer sus cualidades
pero también sus defectos, que le permita poner en duda lo que un día le
hicieron creer y él dio como verdadero. No se cuentan con habilidades que le
permitan atravesar por fases de dolor que lo lleven al crecimiento y a la
madurez; sólo existe una avidez por crecer, un deseo muy fuerte de escapar de
lo que sienten. Sin embargo, no podemos apresurar o saltarnos los procesos que
la vida estipula, ya que el buscar atajos lo único que provoca es que desarrollemos
mañas en lugar de habilidades, los empuja a querer obtener los resultados sin
pasar por los procesos para obtenerlos. Sin saber que, finalmente, se trata de
cumplir y satisfacer con una serie de pruebas que nos lleven a nuestro crecimiento
integral (actos, pensamientos y sentimientos en armonía) y que si en su momento
existe resistencia para enfrentarlo, la propia vida se encargará de volvernos a
la misma situación una y otra vez, hasta seamos capaces de superarla; no
importa las veces que queramos evadir lo que nos corresponde, debemos pasarlo
para no quedar encerrados en un bucle del tiempo viviendo eternamente en el
sufrimiento y la negación.
(Alma Stéphanie Barbosa Aguilar).
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