LA IMPORTANCIA DEL DUELO
Al momento de nacer,
atravesamos por la fase final de una etapa llamada gestación. Así, nuestra vida
comienza con un final, y a la vez con el inicio de la etapa neonatal. De esta
manera, nuestro paso por esta vida conlleva múltiples inicios y finales, sin
embargo, la educación a la que nos vemos sometidos sólo considera una parte de
esta realidad, dándole suma importancia a los inicios más no a los finales. Un
final, trátese de lo que se trate, es considerado algo malo, algo que debería
postergarse o bien, evitarse a toda costa. La idea de que todo resulte
inamovible deviene una forma obsesiva de aferrarme a las cosas, a las personas,
a las situaciones y/o a las ideas, lo que pudiera determinar las decisiones de
mi vida. Puesto que los finales suponen desprendimiento y dolor, se trata de
evadir esa parte que la realidad nos presenta. Pero el final es inevitable, así
que lo más recomendable sería aprender y aceptar que las personas se van, que
aquello que un día comenzó, tendrá que terminar. No aprender a renunciar cuando
la misma vida lo indica, es quedarme estancado en un momento en el tiempo que
quisiera se volviera eterno, lo que retrasa mi evolución y aprendizaje. Las
personas, las cosas, las situaciones que llegan a nuestras vidas tienen la
función de enseñarnos ciertos aspectos de mí que de otra manera no hubiera
alcanzado a ver. Pero sólo por un periodo de tiempo ya que todo está en
constante movimiento, todo cambia, todo vibra.
Según la filosofía
Hindú, existen 4 leyes de la espiritualidad que tratan de explicar que todo lo
que llega o se va de nuestras vidas no es casualidad…
1.
“La persona que llega a tu vida es la
persona correcta”
2.
“Lo que sucede es la única cosa que
podía haber sucedido.”
3.
“En cualquier momento que empiece es el
momento correcto”
4. “Cuando algo termina, termina”
No obstante, aunado a esto, debemos pasar por un proceso
de duelo, es decir un proceso psicológico, el cual nos permite enfrentarnos y
vivir la pérdida por la que atravesamos, no evadir, sino enfrentar. El cual,
según diferentes estudios, debe tener una duración de seis meses, acompañado de
trabajo terapéutico.
De acuerdo a la psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross,
cuando sufrimos una perdida, cruzamos por 5 etapas:
·
La negación: se manifiesta a través de una sensación de
irrealidad e incredulidad ante la situación que se presenta y existe una
congelación de emociones, restando importancia a la gravedad de la pérdida.
·
La ira: activación de sentimientos de frustración e
impotencia, con tendencia a buscar un culpable ante la pérdida. Se puede quedar
atrapado en una reclamación continua ante el hecho que se presenta.
·
La negociación: se empiezan a explorar distintas
posibilidades para poder revertir la situación, si aún existieran.
·
La depresión: al irse asumiendo la realidad de la
perdida, se activan sentimientos de pena, nostalgia, aislamiento, tristeza.
· La aceptación: se llega a la comprensión de que los finales son fenómenos inherentes a la vida. Se trata de aprender a vivir con el dolor, sin dejar de hacer lo que al día me corresponde.
Cada una de estas etapas me da la oportunidad de vivir la
pérdida que me embarga, siempre y cuando quiera recuperar mi ánimo, mi vida. Estar dispuesto a pasar
por estas etapas, es estar dispuesto a soltar aquello que ya no está, es no
aferrarme a la idea y que ésta tome el control sobre mi vida. Es aprender de
aquello que se fue y hacerlo parte de mi crecimiento y volver la cara al
presente, a las cosas que requieren mi atención y mi energía, rescatar mi
propia vida, y aprender a vivir con el dolor, más no en un estado de
sufrimiento eterno que pudiera volverse la justificación perfecta para
desatender lo más importante que tengo: YO MISMO.
(Lic. Stéphanie Barbosa)
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BIBLIOGRAFÍA
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