LA DEPRESIÓN EN LA ADOLESCENCIA
Muchas veces pensamos que como parte del tratamiento para la depresión, se
le debe considerar al individuo que la presenta, como alguien endeble al que no
se exija más que respirar. Sin embargo, el adolescente depresivo ha
desarrollado esta postura por falta de presión. La depresión se da cuando se
deja de lado el desarrollo personal del individuo, un desarrollo que implique
habilidades físicas, mentales y emocionales. Asimismo, cabe mencionar que la
depresión en la adolescencia es producto de lo que le negué a mi hijo: la
posibilidad de aprender, es decir, en mi afán por protegerlo de aquellos
agentes externos que consideraba perjudiciales, no permitía que experimentara,
que se ensuciara, que se equivocara y lo volviera a intentar. Ese afán obsesivo
por crear hijos perfectos y cuidados, lo limitó a seguir una sola línea de
desarrollo, la heredada por muchas generaciones atrás. No le di la posibilidad
de atravesar por la adversidad, la carencia, el no, el sí, lo inesperado. Siempre
intervine, acomodaba y controlaba lo que tenía que experimentar. Sin embargo,
un día se presenta la realidad, con un menú variado de situaciones conflictivas
a resolver y el adolescente al verlas de frente, se siente imposibilitado para
enfrentarlas. Se crea sólo una situación de queja y de injusticia constante, lo
cual revela la incapacidad de mi adolescente para resolver aquello que se le
presenta. Ahora las cosas no están siendo como él lo hubiera deseado, las
circunstancias no se adaptan a sus exigencias y demandas, ahora la realidad se
presenta tan cruda como es y rompe con todos aquellos esquemas que se crearon,
por varios años, como castillos en al aire. El adolescente cae en un conflicto
sin salida ni explicación y opta por lo más fácil, evadirlo, y encuentra
cualquier medio para lograrlo. Ahora ya nada es como antes, pero se prefiere
continuar albergado en esa zona de confort, de complicidad, de enfermedad que
solo lo arrastra a vivir de la autoconmiseración por no saber lo que está
sucediendo, y no salir a buscar una respuesta al sinsentido por el cual
atraviesa. Y no se trata de aceptar esa respuesta de cualquier fuente, sino de
un especialista que pueda mostrarme la parte de la realidad que yo no quiero
ver, esa parte de la realidad que ha venido a sacudirme e invitarme a continuar
con mi desarrollo personal. Un desarrollo plagado de pruebas, de disciplina, de
nuevas prácticas, de aprender a soportar diferentes niveles de presión que me permitan
traspasar mis límites.
Así que sería bueno preguntarse, ¿cómo estamos educando a nuestros hijos?
¿les estamos dando las herramientas necesarias para enfrentar el mundo con todo
y lo que conlleva? ¿O sólo lo protejo de una realidad que tarde o temprano hará
su aparición y de la forma más inesperada posible?
(Lic. Alma Stéphanie Barbosa Aguilar).
En la Clínica Psicológica ROCE-A, contamos con profesionales de la salud
mental y emocional que te ayudarán a entender lo que pasa a tu alrededor, y te
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