EMPATÍA
Más que ponerse en los zapatos del otro, la empatía supone entender el
sentir por el que atraviesa el otro. Es decir, a lo largo de nuestras vidas,
pasamos por diversas circunstancias que suponen grandes enseñanzas. Sin embargo,
para poder adquirir este aprendizaje, y que no sólo se quede en información,
debemos llevar a cabo las prácticas necesarias para poder desarrollar las
habilidades necesarias para enfrentar esas circunstancias de la vida. Entonces,
cuando atravesamos por diversas crisis en nuestra vida, las cuales suponen
cambio en el mejor de los casos, experimentamos también diversas sensaciones,
estados de ánimo, estados de depresión y ansiedad, que permiten un estado de
introspección que nos una cada vez más con nosotros mismos. Así, después de
poder superar una crisis, debemos continuar con todo lo que esto supone, a
pesar del dolor que el cambio supone, debemos reincorporarnos a las actividades
que forman parte de nuestro diario vivir, así, con todo y la carga emocional
por la atravesemos. Un día, a lo largo de nuestra senda, quizá encontremos a
personas que atraviesen por circunstancias similares a las nuestras y entonces
podamos compartir y transmitir parte de nuestro aprendizaje, ya enriquecido con
todas las batallas vencidas y las que vienen por enfrentar. No se trata de
compadecer o sentir lástima por aquella persona que atraviesa dicha situación,
se trata de fortalecerla con nuestra propia experiencia. Permitir que sienta y
viva su dolor como parte de su evolución, y no interferir en su proceso de
desarrollo. No obstante, no podemos caer en el otro extremo, el extremo de la
intransigencia. Es decir, saber por las circunstancias por las que ya hemos
atravesado y querer que aquella persona tenga una reacción positiva ante cierta
situación y pueda superarla de manera rápida y eficaz. Eso no es posible, cada
uno de nosotros tiene un tiempo, un espacio. El proceso de cada persona es
diferente, y debemos darles ese tiempo que necesitan para poder pasar por las
diferentes etapas que supone una pérdida, un comienzo, una renuncia, un cambio.
Cada uno de nosotros necesitamos pasar por tiempo establecidos por cierto proceso,
sin caer en la conmiseración, en la lástima, en la complicidad o
intransigencia.
Seamos empáticos y permitamos que los demás sean protagonistas de su
proceso de desarrollo personal, estando cerca pero sin asfixiar, y escuchar sin
dejarse convencer.
(Lic. Alma Stéphanie Barbosa Aguilar).
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