EL DOLOR COMO PUNTO CLAVE EN EL CAMINO DE LA RECUPERACIÓN
“¿En verdad es el dolor, punto clave
para mi recuperación? Descubre cómo funciona y cómo deviene pieza clave en tu
tratamiento.
Desde su nacimiento, incluso desde la concepción, el ser humano se forma a partir de la educación heredada por los padres, educación que es transgeneracional y marca el camino y el fin de los involucrados. Dicha educación se basa en aquello que es correcto hacer y no hacer, etiquetamos cada una de las cosas que se encuentran a nuestro alrededor y le damos un valor que dirige nuestras vidas. Es decir, el ser humano clasifica cada uno de los conceptos que integra, por medio del lenguaje. Por ejemplo, una madre muestra satisfacción cuando su hijo se siente feliz porque le compró el juguete que está en voga; ya que si no se le hubiese comprado, el niño muy probablemente hubiera hecho una rabieta o bien, pudiera haber caído en un estado de depresión. Así que para evitar cualquiera de estas dos circunstancias “adversas”, o consideradas como “negativas”, el padre decide cumplir con las demandas y exigencias del infante. De esta manera, no se permite al niño sentir frustración, enojo o tristeza por aquello que sus padres no satisficieron en el momento, ya que dichas emociones son consideradas desde el punto educacional familiar como “malas”, como “algo” que el ser humano debiera evitar a toda costa. Se orilla al individuo a buscar incansablemente el placer y el bienestar como parte de un modo de vida, como si fuera la única opción para sobrevivir. Entonces, pasados los años, cuando el sujeto se enfrenta ante una situación que le genere estrés, dolor, frustración, tristeza, desagrado; dicha persona buscará a toda costa cualquier elemento, “compensador” que le ayude a disminuir o eliminar por completo aquella sensación tan “desagradable”, resultado de la presencia de la realidad. De esta manera, se crea una dependencia a sustancias, personas, lugares, objetos, ideas y sentimientos neuróticos. No nos damos cuenta del círculo vicioso en el que se cae sin ninguna restricción, el cual se perpetúa, incluso por el resto de nuestras vidas. Una vez adentro, aumenta el dolor, aquello de lo cual hemos venido escapando; y al aumentar el dolor, aumenta la frecuencia de consumo y la dosis de la sustancia, o “circunstancia”, hasta llevarme a la dependencia sin tener alguna otra salida. Todo este andar genera, al paso del tiempo, desgaste, el cual puede provocar que haya un colapso a nivel físico, mental y emocional. Finalmente, al momento de recurrir a una clínica de rehabilitación, por cualquiera que sea la adicción, se nos presenta la oportunidad de encontrarnos con aquello de lo que siempre hemos escapado, el dolor. El dolor es el único que me va a permitir tener, finalmente, un encuentro conmigo mismo, con eso que descuidé y olvidé por tantos años, MI VIDA, MI DESARROLLO PERSONAL. El DOLOR es parte del CAMBIO y de dejar atrás aquellos patrones conductuales, creencias y hábitos que han hecho de mi vida un SUFRIMIENTO eterno. El dolor es pasajero pero es necesario e inherente al proceso de rehabilitación, si es que realmente se quiere encontrar una nueva forma de vivir. Por su parte, el sufrimiento es la única opción que tiene el ser humano, la única manera de vivir, al dejar atrás sus sueños, sus propósitos, su vida; se enfrasca en ideas obsesivas que lo matan poco a poco y lo estrangulan hasta dejarlo sin aire, hasta quitarle su último aliento”.
(Lic. Alma Stéphanie Barbosa Aguilar).
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