ENVIDIA
“El malhumorado y contraído, el
amargado, no puede sufrir la risa del que está alegre y satisfecho, porque
envidia en el fondo un sentimiento del que él es incapaz” (Dorsch, 1994).
Hay personas a las que el bien del otro les pesa, piensan que quedan ellos
apagados, como si los bienes del otro o la honra que se les hace, se les
quitara a ellos.
El individuo queda al pendiente de aquello de lo que disfruta el otro,
clave que revela los rasgos del Trastorno Paranoide, el cual percibe al otro
como usurpador del bien supremo. Se cuestionan sus intenciones, su lealtad,
fidelidad y sentimientos de ese otro a quien se envidia por poseer aquellos
bienes y cualidades de los que se carece y a los que el envidioso se cree
merecedor; y sin atreverse a disfrutar de ese estado de plenitud para no
identificarse con el otro odiado.
Ver a las personas sonriendo les causa enojo y fastidio, se envidia incluso
su salud, su alegría, metas, espiritualidad, las personas que le rodean, sus
condiciones de trabajo, apariencia, ropa, dinero, sus relaciones de pareja, sus
habilidades sociales; y su propio dolor no los deja vivir plenamente en ningún
momento del día, o bien, durante toda su vida. La persona envidiosa se ve como
inferior, carente, infeliz; y al otro se percibe como mejor, como una persona
casi perfecta con las cualidades con las que nosotros carecemos pero que
también nos creemos incapaces de desarrollar.
“Nos hemos resguardado bajo una
máscara de impotencia y autoconmiseración que no nos permite buscar nuestro
propio desarrollo personal, lo que sólo nos lleva a colgarnos de los triunfos y
logros de los demás; pensando en cierto momento de nuestra historia que fueron
nuestros. Sin embargo, con el paso del tiempo sólo hemos utilizado a las
personas que cohabitan con nosotros para poder sobrevivir y tener de quién
hablar, hacer nuestros sus proyectos, sus metas, pero también sus miedos y
frustraciones. Y en el momento en que se van de nuestro lado, también se llevan
su vida que creíamos que era nuestra y con ella, todas nuestras aspiraciones y
ganas de vivir. No nos queda nada porque por años vivimos la vida de alguien
más, y nos olvidamos de nosotros mismos, de lo que realmente queríamos, de
aquellas promesas que de niños vislumbramos y arrojamos al cielo con tanto
fervor. Nos amargamos para el resto de nuestra existencia y entonces buscamos
resolver y analizar la vida de otros; evaluando si lo que hacen o dejan de
hacer es correcto o no, ante nuestros propios juicios de valor. Nos volvemos
cazadores de los errores de los demás, de su vida, de sus aciertos, de sus
sueños, de sus miedos y nos olvidamos de nosotros. Y en cuanto volteamos a ver
el avance significativo que los otros van teniendo gracias a su tenacidad,
constancia y perseverancia, no podemos soportarlo porque caemos en la falsa
creencia de que “yo” pude haberlo hecho mejor cuando ni siquiera lo intenté;
por lo tanto, la mayoría de las personas pasan su vida deseando el resultado de
los demás sin querer pasar por el proceso que las llevó a desafiar sus propios
límites, a cuestionarse más de una vez si el camino era el correcto o no. Hay mucho
dolor dentro de la persona envidiosa, el cual no le permite buscar la forma de
hallar su propio camino, su propia realización; entonces prefieren morirse en
vida, criticando, odiando o admirando a los demás, que salir al encuentro de
sus propias limitaciones, de sus propios errores y de sus tan arraigados demonios.
No obstante, detrás del sentimiento
de envidia, existe toda una serie de reacciones químicas que envenenan nuestro cuerpo.
Por ejemplo, cuando en el organismo se generan sentimientos de resentimiento,
rabia, rencor, represión y resistencia (necedad); dentro del torrente sanguíneo
circula una hormona corrosiva llamada CORTISOL,
la hormona del estrés. La cual se puede contrarrestar recurriendo a
técnicas de relajación, descanso, SONRIENDO,
tomando un masaje o el sol, o bien, conviviendo con las personas de manera
regular; lo cual ayuda en la producción de oxitocina y serotonina, sustancias
químicas que contribuyen al bienestar físico, emocional y mental del individuo”.
(Alma Stéphanie Barbosa Aguilar).
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BIBLIOGRAFÍA
López, C. (2001).
De los siete pecados capitales a los trastornos de personalidad. Consultado el
15 de febrero de 2021 de https://psiquiatria.com/article.php?ar=tr_personalidad_y_habitos&wurl=de-los-siete-pecados-capitales-a-los-trastornos-de-personalidad
Barrera, J. (2020). La envidia: qué es y por qué envidiamos. Consultado el 16 de febrero de 2021 de https://www.psicoactiva.com/blog/la-envidia/
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