AMOR MADURO
El amor más puro es
aquel que una madre puede sentir por un hijo, un amor incondicional que supera
toda prueba y está dispuesto a sacrificarse por sí mismo. Un amor que al mismo
tiempo que defiende los derechos e intereses del infante, limita y mutila sus
posibilidades de desarrollo, un amor asfixiante que imposibilita y vuelve
vulnerable a aquel que lo recibe.
Existe una doble
intención en los cuidados extremos que puede ofrecer una madre, ya que al
llenar a su hijo de todas aquellas posibilidades que el mundo ofrece y evitando
que pase por la penurias que los padres vivieron- de acuerdo a su percepción en
ese momento de su vida-, les evitan desarrollar habilidades en el conflicto y
el dolor que el crecimiento supone y así, limitan su capacidad de resolución de
problemas; y lo único que se adopta es una postura en la que el individuo en
cuestión permanece en una queja permanente de lo que sucede a su alrededor, la
cual reduce asimismo su habilidad de adaptación y de resiliencia. De esta
manera, el individuo se ve incapaz de enfrentar el mundo que le rodea y todo
aquello que eso representa; y prefiere regresar a su zona segura que no le
supone ningún esfuerzo y encuentra todos aquellos soportes para enfrentar la
vida desde una postura más cómoda.
Así, los hijos
terminan siendo no sólo títeres de la sociedad, sino también de los mismos
progenitores, y con este hecho aseguran su supervivencia y cuidado en la etapa
de la vejez.
Al hablar de amor
maduro, entre padres e hijos, supondría permitir que el hijo desarrolle
habilidades a nivel físico, emocional y cognitivo, lo cual le dará las
herramientas necesarias para poder enfrentar y superar las problemáticas del
día a día. Actualmente, le educación a nivel nacional, se enfoca en el
desarrollo de habilidades meramente cognitivas, al apoyar sólo la adquisición
de información para poderla replicar en el momento oportuno; y habilidades
físicas, como cuando los padres animan a los hijos a dominar diversas
disciplinas deportivas que los llevan incluso a formar parte de equipos de
entrenamiento físico. Sin embargo, un tercer elemento se desdeña y es el
componente emocional, el cual es que le da dirección a nuestros objetivos y
congruencia a nuestros actos de la vida diaria.
El amor maduro representa renunciar a la idea de que los hijos pertenecen a los padres, y orillarlos a buscar su propia ruta, la cual estará llena de dificultades, las cuales deberán de superar a través de las habilidades adquiridas a lo largo de su desarrollo físico, cognitivo y emocional. Y ya sea que el medio donde se desarrolla no suponga las dificultades necesarias, deberán buscarlas para poder desarrollar adaptación, análisis, persuasión, prevención, tolerancia a la frustración, entre otras más habilidades.
(Lic. Stéphanie Barbosa)
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